Aquí te cuento el por qué
¿Sabías que las experiencias traumáticas que vivieron nuestros padres, abuelos e incluso bisabuelos se quedan grabadas a un nivel genético? Estaríamos hablando de la Epigenética. Así que podríamos decir que desde nuestra gestación, venimos con una información de “serie” que nos va a condicionar a lo largo de nuestra vida.
Ello repercutirá, por ejemplo, en que percibamos una situación como peligrosa cuando, para otras personas, puede no serlo.
Pongamos como ejemplo quienes nacieron y crecieron durante una guerra y que el clan sufrió de hambruna. Es muy probable que muchos años después, los hijos e incluso los nietos tengan la necesidad de mantener la nevera o la despensa siempre llena, que el hecho de que falte comida les genere estrés. También se podría observar esa información en personas que comen compulsivamente o tienen sobrepeso, a un nivel inconsciente, su cuerpo está guardando reservas por si vuelve a venir otro periodo de hambruna.
Seguramente conocéis en vuestro entorno a alguien (padres, abuelos,…) que termina guardando o comiendo todas las “sobras” de las comidas ya que no puede tolerar que sobre comida o que esta se tire. Preguntaros qué experiencia pudo vivir, o sus antepasados, para que tengan la necesidad de realizar esa acción.
Esto no quiere decir que todas las personas que han pasado hambruna respondan de la misma manera, ni que las personas que tengan sobre peso o coman compulsivamente tengan esa información en su sistema familiar. No estamos hablando de una causa-efecto, sino de diferentes posibilidades que las experiencias que han vivido nuestros antepasados nos pueden estar condicionando, a un nivel inconsciente, en la actualidad.
También es importante tener en cuenta que durante nuestros primeros 5 años de vida se instauran el mayor número de creencias limitantes, unas se mantendrán en un nivel consciente y otras en el inconsciente pero todas ellas influirán en la manera en la que percibamos y gestionemos las experiencias y las relaciones.
Por otro lado la sociedad, cultura, religión, educación,… en la que nos desarrollamos influirá en gran medida en dicha percepción pero sobre todo, el ambiente emocional en el que vivimos dentro de nuestro sistema familiar.
¿Hasta qué punto esa información nos puede limitar? Pongamos como ejemplo el tipo de parejas que “buscamos”.
Puede que conozcas a alguien que diga que todas las parejas que encuentra solo quieren “pasar el rato”, que no quieran comprometerse. Tal vez en su sistema familiar haya habido situaciones difíciles con la pareja (ya sea por violencia, abandono, infidelidad,…) y la solución que se ha encontrado a un nivel inconsciente es “no tener pareja” ya que así se evita el sufrimiento que esta puede aportar. Por lo tanto, resonará con personas que no quieran comprometerse.
Otro ejemplo podría ser la ausencia de un arquetipo paterno y que busque en sus parejas a un “padre” para cubrir esa ausencia o una madre sobre protectora y acabe casándose con una mujer que es más una madre que una pareja.
Todos estos ejemplos son posibilidades, pero que existen actualmente y seguramente conoces a alguien o te ves representad@ a ti mism@.
Eso no quiere decir que sea ni bueno ni malo. Hemos de ser conscientes de que en el fondo no dejamos de ser animales cuyo objetivo es la supervivencia y la mejor manera de hacerlo es adaptarnos al medio en el que nos desarrollamos. Pero cuando esas creencias o información nos condicionan o nos generan estrés, entonces es cuando estamos permitiendo que sean ellas las que “controlan” nuestra vida y no nosotros. Creemos que tomamos decisiones libremente pero lo cierto es que es nuestro inconsciente quién las toma por nosotros.
⇒ ¿Te apetece identificar algunas de tus creencias limitantes? Observa cuántos “Tengo que” o “Debo de” existen en tu día a día:
“Tengo que ir al gimnasio”
“Debo cuidar de mis padres”
“Tengo que ir a trabajar”
“Debo ayudar a los demás”…
Seguro que hay muchos más de los que imaginas. Todos esos “tengo que” y “debo de” se consideran condicionamientos bloqueantes, están indicando una acción que se realiza desde la obligación y no desde el deseo pero hay una buena noticia y es que, esas creencias, se pueden cambiar.
Cierto es que los hechos no se pueden cambiar pero sí la percepción que tenemos de ellos y por lo tanto, la creencia limitante. Ese cambio nos da la oportunidad de vivir nuestra vida desde la decisión libre y genuina de aquello que deseamos vivir y no condicionados por la información que hemos ido heredando.
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